Este artículo, dedicado a París durante las décadas de los años 40 y 50, profundiza en el lecho artístico-cultural que fue desarrollado por la metrópolis parisina en un periodo en el que, a causa de la guerra y sus consecuencias, la que había sido esplendorosa capital del arte fue mantenida en silencio. El estudio destaca cómo desde 1945 existió una gran actividad y un potente clima polémico, vinculados al ambiente de reconstrucción nacional y a la imperiosa necesidad de mantener a París como centro artístico del mundo. Sobre este fecundo y rico lecho se habrían de desarrollar importantes aportaciones artísticas, como la desarrollada por el pintor Gerard Schneider -figura de la abstracción lírica- que jugó un papel poco común en las peculiares relaciones de la Abstracción francesa con la estadounidense; su abstracción, generada durante el periodo de estudio, no ha hecho más que revalorizarse ante la mirada actual, a la par que el París que la propició.
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