La vivencia del tiempo está sometida a continuas transformaciones; lo que se vivió como un valor a cuidar porque "el tiempo era oro", se ha devaluado a causa de la sociedad del desempleo que ha condenado al ocio improductivo a una gran parte dela población. El tiempo como promesa, que se orientaba a un mañana mejor, se disuelve a causa de la crisis del crecimiento económico, que expulsa y orilla. El tiempo como oportunidad, que se desplegaba en capacidades, se disuelve a causa del sentimiento de impotencia. El tiempo como final, abierto a la novedad, se convierte en un simple fin de época.
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