La evolución natural de los firmes urbanos es su degradación progresiva, por lo que requieren una adecuada conservación para alargar su vida útil, evitando el deterioro viario de nuestras ciudades. La insuficiencia de los recursos disponibles, propicia que la imprescindible conservación rutinaria preventiva tenga que abrir paso a operaciones curativas o incluso a costosas reconstrucciones, que absorben la mayor parte de los presupuestos disponibles.
El objetivo de la conservación en una ciudad debe ser destinar los recursos suficientes de manera periódica para garantizar un determinado nivel de servicio en sus infraestructuras y garantizar el mantenimiento del valor patrimonial de su red. Es imprescindible realizar una adecuada conservación preventiva y actuar, lo antes que sea posible, a nivel curativo, evitando costosas operaciones de rehabilitación.
Todos estos objetivos no se pueden alcanzar si no se cuenta con sistemas de gestión adecuados, que en la actualidad son un elemento esencial de los modernos contratos de conservación.
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