Apoyada por un contexto tecnológico progresivamente más rico y complejo, en un continuo esfuerzo por acomodarse a las rutinas y necesidades del consumidor dentro de un panorama de evidente exceso informativo, la publicidad observa la convivencia de diferentes discursos en la actualidad. Muchos de los rasgos que definen este lenguaje parecen condicionados por valores que tradicionalmente se han vinculado a los movimientos modernos y posmodernos. Así, por ejemplo, la apuesta por potenciar la emoción y la abstracción (formal y conceptual), los mensajes poéticos y sociales, la interacción como recurso protagonista o las actitudes de rebeldía comparten escenario con el protagonismo del contenido (la evidencia soporte), la objetividad o los argumentos racionales y desnudos.
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