El reciente proceso electoral en Chile representó importantes desafíos para el sistema político. El estreno de la inscripción automática y el voto voluntario generó una gran preocupación sobre el real comportamiento de la participación y las preferencias electorales de los chilenos. Este artículo se enfoca en tres puntos fundamentales a considerar luego de estos comicios: la prevalencia de una baja participación electoral junto con la incapacidad del sistema político para movilizar nuevos votantes; la oportunidad del segundo gobierno de Michelle Bachelet para llevar a cabo reformas demandadas por la ciudadanía; y el desafío de la derecha para mantener su influencia en el sistema político luego de la aplastante derrota en las urnas.
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