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Resumen de Al Qaeda en Libia antes y después de Gadafi

Pablo Franco

  • La zona de Bengasi es un centro simpatizante de ideas yihadistas desde hace más de tres décadas. La falta de control por parte del gobierno central libio tras la caída de Gadafi ha propiciado el auge de grupos salafistas, germen de inestabilidad en toda la región.

    El Grupo Islámico de Combatientes Libios (GICL) constituye un caso particular dentro del universo Al Qaeda. Sus miembros gozan de gran prestigio entre los yihadistas salafistas; incluso, muchos son o han sido altos dirigentes de Al Qaeda Central. En 2009, sin embargo, renunció formalmente a seguir siendo socio de Al Qaeda y criticó duramente los métodos violentos, situación que perduró hasta la guerra civil libia. Los múltiples problemas que ha tenido el gobierno central en Libia para controlar su territorio han dado un nuevo impulso al yihadismo inspirado en Al Qaeda, transformándose así en un problema de seguridad para toda la región del Mediterráneo.

    Los antecedentes del movimiento yihadista en Libia se remontan a principio de los años ochenta, apareciendo con el primer grupo de libios que declararon la yihad contra el régimen de Muamar el Gadafi. Las escasas acciones que llevaron a cabo terminaron, no obstante, con resultados poco alentadores. Actuaban bajo el liderazgo del comandante Awatha al Zuwawi, un estudiante de Ley Islámica en Trípoli que formó una organización subterránea yihadista en Libia en 1982. Según Noman Benotman, antiguo miembro del comité consultivo (shura) del GICL, la mayor parte de los líderes de la fundación y los cuadros del grupo de combatientes eran los miembros de la organización clandestina de Zuwawi. Entre 1985 y 1986, Zuwawi contaba como seguidores con muchos estudiantes y gente culta, en particular Abu Munther al Saadi, quien actuó como dirigente espiritual del GICL.

    En 1986, Zuwawi viajo a Afganistán para tomar parte en la lucha contra los soviéticos. A su regreso a Libia, tres años más tarde, fue detenido en Bengasi por las fuerzas de seguridad libias y su grupo desarticulado. Después de la detención de Zuwawi y de la represión de las manifestaciones islamistas en Bengasi, aquellos libios que simpatizaban con la yihad emigraron a Afganistán. En 1993, Pakistán ordenó el cierre de todos los campamentos de muyahidines, amenazándoles con su deportación. Los muyahidines libios se fueron principalmente a tres destinos: Bosnia y Herzegovina; Argelia, para integrarse al Grupo Islámico Armado (GIA), y Sudán, siguiendo a Osama bin Laden.

    En Sudán, Bin Laden estableció un Ejército Islámico de la Shura, que debía servir como cuerpo de coordinación de las alianzas de militantes internacionales formadas por él. Los miembros de los muyahidines libios en Sudán seguían teniendo contacto regular con miembros del incipiente GICL en Libia. En el exilio sudanés, el GICL profundizó y expandió una red de contactos con Al Gamaat Al Islamiyya de Egipto y con los miembros afgano-argelinos del Grupo Islámico Armado (GIA).

    El Gamaat al Islamiyya al Libya al Muqatila, como también se conocía al GICL, salió a la luz pública como tal el 18 de octubre de 1995, después de una serie de ataques sin precedentes orientados a la desestabilización del régimen de Gadafi. El grupo pretendía establecer un Estado islámico en Libia basado en la ley del islam y proclamó la yihad contra Gadafi y sus aliados. Su acción más conocida fue el intento de asesinar al líder libio en un atentado con coche bomba. El frustrado ataque fue planeado durante meses y se ejecutó en febrero de 1996, pero falló porque la bomba explotó en un automóvil alejado de la comitiva de Gadafi. Hubo otros intentos en 1997 y 1998. El hombre que habría dirigido el ataque de 1996 fue Anas al Libby, el mismo que consiguió un refugio en Bengasi para Bin Laden.

    Con la invasión de Irak en 2003, Libia coexistía con dos amenazas: una, la existencia de campos de entrenamiento de Al Qaeda en la zona frontera sur de su territorio, remota y montañosa. La segunda, la aparición de nuevos elementos libios entre la resistencia iraquí. Una veintena de combatientes libio-iraquíes actuaron como suicidas contra las tropas aliadas situadas en Basora y Faluya, un hecho que no se había visto antes entre terroristas libios. Estos mismos combatientes nutrieron de militantes experimentados a la oposición a Gadafi en la guerra civil de 2011.


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