Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


El regreso de Japón

  • Autores: Fernando Delage Carretero
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 28, Nº 158, 2014, págs. 100-110
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Shinzo Abe está decidido a emprender en su segundo gobierno la transformación de Japón. El cambio en el entorno, resultado sobre todo del nuevo equilibrio de poder en Asia, hace inaplazable la reforma de la economía y una redefinición de la política de seguridad.

      En diciembre de 2012, el Partido Liberal Democrático (PLD) obtuvo una amplia mayoría en las elecciones a la Cámara Baja de la Dieta japonesa. El PLD recuperaba así el poder - que ha ocupado durante 54 de los últimos 58 años - tras una legislatura en la que, por primera vez, gobernó el Partido Democrático de Japón (PDJ). Para sorpresa de muchos, al frente del PLD volvía un viejo conocido: Shinzo Abe, primer ministro entre 2006 y 2007. Su victoria no se debió a su popularidad - el escaso apoyo popular fue una de las razones de su dimisión en 2007 - ni a la de su partido, sino a la pérdida de confianza de los votantes en el PDJ. Pero más relevante que su resurrección política es el hecho de que, tras conseguir también la mayoría en las elecciones a la Cámara Alta en julio de 2013, Japón se encuentra ante un escenario de estabilidad parlamentaria desconocido en años, que proporciona a Abe un amplio margen de maniobra para acometer su ambiciosa agenda de transformación. Pues Abe es, en efecto, un líder con una misión: hacer que Japón recupere el pulso y el optimismo perdidos durante los últimos 20 años.

      La economía y la defensa son sus dos grandes prioridades, y ambas están estrechamente interrelacionadas. El envejecimiento demográfico, 15 años de deflación, una gigantesca deuda pública, cierta pérdida de competitividad industrial y el impacto del triple desastre de marzo de 2011 (el terremoto y tsunami de Tohoku, y el accidente nuclear de Fukushima), son algunos de los factores que obligan a actuar para contrarrestar los riesgos de declive nacional. La revitalización de la economía es también necesaria para recuperar visibilidad internacional y disponer de las capacidades que permitan gestionar el entorno exterior más complejo que afronta Japón desde 1945. El ascenso de la República Popular China, el aumento de tensión con Pekín por las islas Senkaku (Diaoyu para los chinos), la incertidumbre sobre la evolución de Corea del Norte y el impacto de la transformación del equilibrio de poder en Asia sobre su alianza con Estados Unidos exigen un reajuste de la política de seguridad.

      Abe se volcó en la economía desde un primer momento y, un año más tarde, puede confirmarse que sus esfuerzos han dado ciertos resultados, aunque no han desaparecido las dudas sobre su sostenibilidad a largo plazo. En la esfera diplomática, el gobierno japonés ha creado un Consejo de Seguridad Nacional y adoptado su primera Estrategia de Seguridad. Tras despejarse los obstáculos electorales en el verano de 2013, Abe comenzó asimismo a mostrar su cara más nacionalista, vinculando su intención de reformar la Constitución - que limita la proyección militar de Japón - con un discurso histórico revisionista que está agravando el enfrentamiento con China y Corea del Sur, y coloca en una comprometida situación a su aliado norteamericano. Abe hizo patente su posición al visitar el 26 de diciembre de 2013 el templo de Yasukuni en Tokio, santuario sintoísta que desde 1869 rinde homenaje a las víctimas de conflictos bélicos, incluyendo, desde 1978, a 14 criminales de guerra, y símbolo para los Estados vecinos del militarismo japonés.

      No deben confundirse las convicciones personales de Abe con el proceso de normalización de la política de defensa japonesa. El primer ministro no ha hecho más que avanzar en el camino ya trazado por sus antecesores - incluso de la oposición - , y que responde a una clara lógica realista. Desde que la guerra del Golfo hiciera evidente en 1991 la anomalía de las limitaciones constitucionales a su papel internacional, Japón ha dado una serie de pasos hacia una mayor autonomía estratégica. No obstante, es inevitable que al mismo tiempo resurja un debate sobre la identidad nacional, que Abe quiere orientar en una determinada dirección. El primer ministro no cuenta con el consenso de la clase política ni de la sociedad japonesa sobre sus intentos de reinterpretación de la historia, pero el cambio de las circunstancias exteriores está propiciando cuando menos una voluntad de mayor reafirmación nacional.


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus

Opciones de compartir

Opciones de entorno