Sequías, huracanes, inundaciones: por las cuatro esquinas del mundo, las catástrofes climáticas transportan imágenes espectaculares que conllevan dramas humanos y plantean una cuestión prosaica: ¿quién pagará los daños causados? Las empresas aseguradoras, cuando tienen demasiado que perder, se descargan sobre los Estados. Pero estos últimos, estrangulados por la deuda, tienen grandes dificultades para asumir el pago. Y, entonces, se vuelven hacia los mercados financieros, que aplican sus fríos cálculos y sus productos especulativos.
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