Por un lado, Ecuador, pequeño país sudamericano de quince millones de habitantes. Por el otro, Chevron, mastodonte de la industria petrolera, cuyo volumen de negocios sobrepasó los 230.000 millones de dólares en 2012. ¿Combate desigual? No importa: Quito está decidida a hacer pagar a la multinacional por la contaminación de la que esta es responsable.
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