El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, inmerso en distintos casos de corrupción, ha visto agravada más su impopularidad con la ley de control de Internet juzgada como liberticida. Se encuentra en tal estado de debilidad que ha perdido definitivamente un aliado de peso: Fethullah Gülen, fundador de un movimiento de inspiración sufí cuya influencia sobrepasa las froonteras del país.
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