La casa, el hogar, lugar de refugio, de acogida, de intimidad, de protección frente a las inclemencias del tiempo� Espacios diversos han cobijado dichos requerimientos a lo largo de la historia.
Antiguos palacios reales fueron germen de organizaciones monásticas; y luego, en monasterios de distintas órdenes, entre ellas las cistercienses, algunas de sus nobles estancias fueron habilitadas como residencia real.
En este texto querríamos dejar constancia de las transformaciones sufridas en una noble sala de un monasterio cisterciense leonés, para servir de morada a una reina en el siglo XIV, donde una nueva chimenea mejoró sus condiciones, y dio nombre a ésta.
A mediados del siglo XIX con la invasión francesa, uno de los monjes que no huyó del monasterio, tomó como vivienda este precioso espacio, que tras la Desamortización fue el núcleo a partir del cual evolucionaría en parroquia.
Su calidad espacial, su simbolismo... plantea unos valores no despreciables frente a la escasez de otros como los relativos al confort.
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