Enrique del Olmo es un personaje singular en el mundo de la política socialista. No se le conocen más cargos que aquellos en los que ha desempeñado una actividad pegada al terreno, ya fuera en la cooperación internacional, en los programas de creación de empleo o en la formación. Pero el caso es que lleva más de cuarenta años en la política, defendiendo un conjunto de ideas que no han venido a coincidir necesariamente con unas siglas, aunque su fortaleza principal radica en la confianza que genera, cuando logra mantener un tú a tú con los militantes, entre los afiliados del base del PSOE.
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