El presente artículo expone las claves que explican el lugar que ocupa la experiencia religiosa en nuestra sociedad. Analiza su nueva posición a la luz de los intensos procesos de secularización, que, en un principio, vaticinaban su desaparición. La tesis que aquí se defiende es que la religión es inherente a toda vida humana y que, por tanto, su rostro puede cambiar adquiriendo tonos más o menos seculares.
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