Hace nueve meses Paraguay elegía en medio de la esperanza al ex obispo Fernando Lugo como presidente. La Iglesia y el propio Papa Benedicto XVI aceptaron que dejara sus hábitos para poder iniciar en paz lo que se consideraba un nuevo camino para este país de unos seis millones de habitantes. La denuncia de varias mujeres que aseguran haber tenido hijos con el presidente (uno ya ha sido reconocido por el propio Lugo) ha roto la estabilidad del país
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