En nuestro anterior artículo definíamos el color como "la cualidad de los objetos dependiente de la impresión producida en la retina, al reflejar unos rayos de luz y absorber otros". Mediante el sentido de la vista percibimos las luces con su color e intensidad propias, apreciando así el color, al forma y el tamaño de los objetos. Nuestro órgano de la vista está increíblemente adaptado para la percepción visual bajo condiciones de iluminación natural. Sin embargo, al imponerse la iluminación la iluminación artificial se produce un abuso en el trabajo de la vista y una cierta pérdida en la percepción de los colores.
El odontoestomatólogo, expuesto en el gabinete dental a contínuas variaciones de intensidad lumínica y a constantes movimientos de acomodación, sufre, más que cualquier otro profesional, alteraciones en la percepción del color que, en ocasiones, pueden entorpecer o arruinar cuidadosos trabajos de odontología protésica y restauradora. Por ello, es fundamental que el profesional conozca perfectamente las bases anatomofisiológicas de la visión en color y los aspectos ergonómicos que pueden favorecerla.
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