Existe una curiosa interre1ación entre la fantasía -la creación de nuestra imaginación-, el deseo -o los deseos- y las prácticas amatorias. A veces, deseo y fantasía se toman como sinónimos y, en consecuencia, se concluye que hay un deseo de llegar a la práctica. Esta concepción genera satisfacciones, dudas, conflictos y placeres que, a su vez, suscitan dos preguntas inquietantes: ¿hay que realizar las fantasías sexuales?, ¿es bueno hacerlo? Los términos 'hay', 'bueno' y 'sexual' nos abocan a la obligación, a la moral y a lo explícito o genital. El modo en que nos expresamos a la hora de preguntar y responder no está exento de consecuencias, el lenguaje tiene la posibilidad de hacer-mundo y hacer-sentido.
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