Según el INE (2007), la región con más superficie en Chile es Tarapacá, con 1.357 ha de quinua, la que en 2009 se reduce a 250 ha, mostrando una drástica disminución del 81,5%, lo anterior es consecuencia de las inestables condiciones ambientales del Altiplano, lo que se traduce en una disminución de las lluvias (Arenas, 2011). El principal productor de quinua del mundo es Bolivia con 64.789 hectáreas, 38.257 toneladas totales y 590 kg ha-1 de grano promedio (Ramos y García, 2010; FAO, 2011).
Los agricultores que cultivan quinua manejan sus cultivos con un nivel tecnológico que los hace poco competitivos, sus rendimientos esperados no superan los 600 a 900 kg ha-1 en época lluviosa y de 60 kg ha-1 en períodos de sequía (Delatorre et al., 2008). Esto requiere de urgentes innovaciones tecnológicas que permitan mejoras en el proceso productivo, como variedades mejoradas a partir de su propio germoplasma, sistemas de riego, maquinarias de poscosecha, entre otros. Por otro lado, gran parte de la producción de quinua del Altiplano chileno se transa en el mercado informal, ya sea en la feria interfronteriza o por intermedio de compradores bolivianos, los que pagan entre US$ 80 y US$ 120 por quintal español (46 kg).
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