Cada día más, los afectados por un acontecimiento traumático, como son las catástrofes, así como los responsables de diferentes campos implicados en la protección civil, demandan la ayuda de los psicólogos que, a veces, actúan mas por intuición que por un conocimiento especifico en esta área. Así cuando el día 17 de noviembre de 1.997, los depósitos de agua de Melilla dejaron escapar sus veinte millones de litros de agua provocando el pánico y la destrucción, los psicólogos que se ofrecieron a prestar su ayuda, se encontraron con más diversificación de demandas de las que habían pensado en un primer momento. Afortunadamente el trabajo en equipó palio la falta de experiencia previa en este campo.
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