El 1 de febrero de 1537 los ejecutores testamentarios del virrey Juan de Lanuza encargaban su monumento funerario al escultor Damián Forment, quien hizo una traza en arco de triunfo siguiendo un modelo a modo de retablo, muy reiterado en la escultura funeraria española del siglo XVI, influido por ejemplos italianos. El trabajo escultórico es de gran calidad, hasta en el más mínimo detalle, prueba del nivel de especialización alcanzado por el taller del artista en la labra del alabastro.
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