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Nuestra aportación a la dacriocistorrinostomía

  • Autores: Manuel Marín Amat
  • Localización: Archivos de la Sociedad Oftalmológica Hispano-Americana, ISSN 0365-7051, Vol. 12, Nº. 3 (MAR), 1952, págs. 243-268
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Desde nuestro primer trabajo < Contribución clínica al estudio de la dacriocistorrinostomía >, en 1926, y especialmente desde nuestra comunicación a la Sociedad Francesa de Oftalmología, < Une complicatiôn grave et tardive de la dacrycystorhinostomie >, en 1931; nuestra preocupación principal ha sido la de estudiar el modo de evitar las hemorragias que en el curso postoperatorio se suelen presentar, y que son, en ocasiones, de una considerable gravedad, y que en aquella época atribuímos a la sección de las arterias etmoidales anteriores, que descienden verticalmente por la porción anterior de la pared externa de las fosas nasales, en el acto de tallar un colgajo cuadrangular del borde anterior de la pituitaria seccionada. Para ello, lo más sencillo era evitar que dichas secciones anteroposteriores, suturando los labios anteriores y posteriores de la pituitaria y del saco lagrimal, respectivamente, con lo que quedaba una hendidura vertical, que si en verdad evitaba la hemorragia, en cambio favorecía la adherencia de los bordes de la hendidura por estar muy próximos; teniendo que reoperar varios casos, en los que encontrábamos adheridos los bordes de la abertura y reconstruído el saco lagrimal. Se impuso la resección de la pared posterior de la cavidad neoformada; y en lo sucesivo, nos vimos obligados a operar a un solo colgajo, el anterior. A pesar de ello, la sola pared anterior, en algunos casos, hizo contacto con la porción posterior del reborde óseo y se reconstruyó una cavidad que hacía de reservorio, como saco lagrimal. La sutura temporal y continua de Dean, modificada por nosotros, tirando hacia adelante del único colgajo muco-mucoso, alejaba la probabilidad de este nuevo motivo de adherencia al borde del orificio óseo, pero no la eliminaba por completo; por lo que nos vimos obligados a resecar una gran extensión del reborde óseo con lo que quedó una enorme cavidad, que ante el temor de hemorragias tardías, rellenamos con gasa a presión, que mantuvimos varios días y con éxito completo. Esto nos dió las normas a seguir, instituyendo sistemáticamemente el uso de la gasa en el acto operatorio, con lo que el problema de las hemorragias tardías se dió por resuelto. Después nos hemos ocupado de resolver el problema, aunque menor, de la hemorragia operatoria, que creemos haber alcanzado ligando previamente la vena angular; empleando el serrín del propio hueso como hemostático en el tiempo de la trepanación, con la fresa y el sulfatiazol en polvo en la hemorragia de la pituitaria. En resumen, cinco aportaciones: 1. ª Taponamiento anterior de la fosa nasal en el acto operatorio. 2. ª Ligadura previa de la vena angular. 3. ª Empleo del serrín del hueso para su propia hemostasia. 4. ª Empleo del sulfatiazol (en polvo) para hemostasia de la pituitaria. 5. ª Amplio orificio óseo, especialmente por arriba y por atrás. Por último, se exponen fotografías de cada tiempo operatorio de la técnica del autor, en las que se ven las aportaciones que son factibles. Discusión: Dr. Chavarría, Dr. Caballero del Castillo, Dr. Suñer Sanchís, Dr. Suárez Villafranca, Dr. Basterra, Dr. Pedro Amias. Réplica: Al Dr. Chavarría, Dr. Caballero del Castillo, Dr. Suñer, Dr. Villafranca, Dr. Basterra, Dr. Amias. Comunicación presentada en el XXIX Congreso de la Sociedad Oftalmólogica Hispano-Americana. Madrid, octubre 1951.


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