Se diría que resulta extraño, disonante y nunca mejor dicho, poner en una misma frase los nombres de Bach y YouTube, unir un tipo que es en sí mismo un monumento cultural y artístico de talla universal y ese lugar tan virutal como cotidiano en el que parte de la Humanidad cuelga estupideces filmadas. La nueva reflexión del autor de la historia milenaria de internet, que gira en torno a la copia, la inspiración, el derecho de autor, hace que por un momento, sea pertinente la unión entre el genio de Eisenach y el pozo del que sacan cubos de inspiración muchos publicitarios, entre otros.
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