Cómoda exploración, en el fondo, la que hacemos por internet. Esa flecha que señala hacia la izquierda nos va lleando casi siempre (a veces, es cierto, entra en un absurdo bucle) hacia las estancias recorridas o los pasos dados. Y si nos perdemos, si los pájaros se comen nuestras migas, como les pasó a Hansel y a Gretel en el cuento, las consecuencias no suelen ser nefastas. En el fondo, salvo que ese rostro oculto tras otra pantalla del que se hablabla en la entrega anterior de esta historia de internet, nos atrape de algún modo, siempre encontramos el modo de volver a casa.
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