Las diversas aplicaciones médicas o genéticas que ofrece el descubrimiento del ADN, al servicio de lo jurídico, contribuyen al esclarecimiento de muchos delitos, al poder identificar a través de los restos biológicos dejados en el escenario del crimen a un individuo con un margen de error de al menos uno frente a varios millones, por lo que estamos ante una prueba que goza de un alto grado de probabilidad y certeza. Ahora bien, no deja de ser una cuestión científica que se ventila en un juicio jurídico de carácter interpretativo sometida a la libre valoración del juzgador. Sin embargo, la sensibilidad de las muestras, la forma de su ocupación y recogida, o la manera de su custodia, puede llegar a anular sus efectos jurídico-criminales, pues su manipulación y degradación pueden hacer decaer un pronunciamiento de culpabilidad.
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