Ante el temor que infunde el triunfo de la imagen espectacular, el fenómeno descrito por Guy Debord en su Sociedad del Espectáculo, el arte se ve imbuido en la búsqueda de lo auténtico, de lo real. Pero sin poner en valor la sensación y la funcionalidad, las propuestas artísticas continuan formando parte de una tradición cuyo modelo toca definitivimente a su fin. Ser conscientes de la apreciación sensitiva del arte es crear lazos con la realidad atendiendo a los sentidos y hacerlo partícipe de la vida cotidiana como una experiencia útil y multidimensional.
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