Inmediatamente antes de la declaración de tregua de Eta, HB y los grupos nacionalistas, además de IU y sindicatos abertzales, habían suscrito el acuerdo de Lizarra, en el que consagraban la necesidad de dialogar y negociar con el mundo violento. La falta de exigencias a los terroristas para que dejaran de matar volvió a dividir a las fuerzas políticas. Se quedo en un acuerdo entre nacionalistas.
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