Volvían desde finales de Agosto los soldados repatriados por la Transatlántica en un acarreo fúnebre, que dejó en el Atlántico y en el Pacífico mil cadáveres, de los que más graves estaban y no pudieron resistir el viaje. Pero, junto a los derrotados, seguían llegando a la península noticias de las perdidas colonias, donde los españoles se veían obligados a continuar con las armas en la mano. Madrid tenía que ponerse a negociar la paz en París, para sancionarla con un tratado, y designaba a Montero Ríos como jefe de su delegación. En la capital francesa nada podía hacerse. Nada se hizo y España firmó, el 10 de Diciembre de 1898, el peor de los acuerdos, saldando los restos de lo que había sido el mayor imperio de la Historia.
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