El cierre cautelar de "Egin" que decretó el juez Baltasar Garzón, además de efectar al "buque insignia" del mundo radical vasco, es un duro golpe a un importante sector de la sociedad vasca. El periodico y Radio EGIN eran la válvula de escape que utilizaban los radicales para no mezclarse con la "contaminación exterior" que procedía de Madrid.
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