La escasez de agua caída durante los meses de diciembre, enero y, sobremanera, febrero han encendido la alarma en la población, sobre todo entre los agricultores. Los embalses están a la mitad de su capacidad y aunque no es una situación irreversible, el campo, que asume un 80 por ciento del agua, empieza a resentirse. La Administración ha dispuesto una oficina de la Sequía para un problema que puede agravarse
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