Cuando se atraviese el vestíbulo del teatro Alcalá uno habrá pasado por la máquina del tiempo. Y del año 2003 se encontrará en 1929. Concretamente en un cabaret berlinés, con mesas, lámparas y sillones de telas rojas, con su glamour y ornamentación. Y con una voz alemana que les dice: ¡Willkommen!. Y tendrá enfrente un letrero luminoso, el del Kit Kat Club. Un club nocturno por donde aparecerán mujeres escasamente vestidas, maestros de ceremonias, músicos. Y correrá el alcohol, y el humo copará la atmósfera.
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