A estas alturas, una cosa está clara: comer productos frescos es todo un lujo. Lo que no está tan claro es la razón que se esconde tras los elevados precios de este tipo de alimentación. Según la ley de la oferta y la demanda tendría que deberse a una escasez de productos junto con una gran voluntad consumidora; pero varios estudios elaborados por distintas entidades vienen a poner en duda esta premisa apuntando a las grandes distribuidoras como culpables. Ahora, el Gobierno se ha pronunciado anunciando un nuevo informe sobre el mismo tema elaborado por el Servicio de Defensa de la Competencia.
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