Que los Príncipes de Asturias comenzaran su vida en común paseando por España y dejándose ver por el pueblo ha sido todo un acierto. Quien les dio la idea, si es que no partió de ellos mismos, se ha apuntado un buen tanto. Por poco dinero, el viaje no ha podido ser más rentable: Cuenca, Albarracín, Zaragoza, Olite, Donosti. Nada como un baño de multitudes, después de los fastos de la boda madrileña, que la lluvia se encargó de deslucir
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