Irak se ha convertido, -cuatro años después de que Bush comenzara una guerra que prometía ser rápida y liberadora- en un horror irrespirable para los iraquíes y en una trampa muy cercana a la derrota para EE UU, que no encuentra cómo salir del país, ni cómo hacerse con Irak, convertido en elemento desestabilizador para la región. Cuarenta y ocho meses después, las únicas armas de destrucción masiva de esta historia han sido la guerra y la ocupación.
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