En Bogotá, los jóvenes se envenenan con una nueva droga de síntesis cuyos ingredientes son de altísimo riesgo, y que se comercializa generalmente con formas y color de corazón. La OEA recomienda extender los estudios del fenómeno en Lima, Quito y La Paz y evitar su consumo entre la población potencialmente más proclive a ello, los adolescentes.
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