El desvío de fondos de la SGAE se llevó a cabo mediante una trama empresarial "parasitaria" ideada por Rodríguez Neri, en prisión eludible bajo fianza, pero autorizada, consentida y hasta impulsada por Teddy Bautista, el presidente de la sociedad de autores, a quien el juez imputa por apropiación indebida, administración fraudulenta y delito societario. La sociedad Microgénesis era la cúspide del entramado.
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