En general, se debe respetar la etapa de transición, con un gradual descenso en el consumo de grasa entre la edad de dos años y el final del creciento. Cuando sea imprescindible establecer dietas restrictivas, las pautas deben ser introducidas con mucha prevención, vigilando el estado nutricional, del niño que las sigue, para evitar que la lucha contra las enfermedades cardiovasculares condicione el padecimiento de deficiencias nutricionales con repercusiones sanitarias similares o peores a las que se pretendian evitar.
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