El episodio de la purificación del Templo, en el Evangelio de Juan, es una muestra preciosa de la teología joánica, en la que se pueden observar características como la sustitución y la fuerte carga simbólica. Jesús es mostrado en esta perícopa con una actuación poco ortodoxa, la que ciertamente puede ser comprendida solo como expresión del celo que muestra por el lugar santo de la tradición judía. La comunidad de los creyentes, la Iglesia, con cada uno de sus miembros, es el nuevo templo, cuerpo de Cristo. Al hacer la analogía se podría afirmar que hoy el celo de Dios se dirige hacia ella, y por tanto los creyentes están llamados a hacer de la Iglesia el lugar donde Dios habite, el nuevo lugar santo.
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