Se llamaba Vulcano, el hermoso y vigoroso toro que hacía honor a su nombre y que fue linchado una vez más por una jauría humana en Tordesillas para celebrar unas arcaicas fiestas de la época medieval cuando entonces eran quemados en la hoguera con animales por la Inquisición a quienes se les consideraba brujos o brujas para quitrloa de en medio por incomodar sus pensamientos.
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