En 1938 el mundo vivió pendiente de lo que sucedía en los Sudetes. Tras la anexión de Austria (Anchluss), el Tercer Reich buscaba nuevos espacios de expansión. Hitler fijó su objetivo en esta región checoslovaca de población mayoritariamente alemana. Ante los movimientos nazis, las potencias europeas actuaban con tibieza por el temor de desencadenar una guerra.
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