Luis Carlos Tejerizo López, M.M. Sánchez-Sánchez, Antonio Tejerizo García, A. Teijelo Déiros, J.A. Pérez Escanilla, F. Corredera Moro
Las anemias durante el embarazo suelen ser ferropénicas en el 90% de los casos, hipofolatémicas en el 6% y el 4% restante engloba cuadros poco frecuentes como la anemia de células falciformes, talasemias, anemia esferocitaria, defectos de la glucosa-6- fosfato deshidrogenasa, anemia sideroblástica, etc. Es decir, que con el diagnóstico de las dos primeras rebasamos el 95% y, por tanto, dándoles tratamiento vamos a tener éxito en la inmensa mayoría de los casos. La forma más lógica de evaluar una anemia es un estudio adecuado de la misma. Esta es, y no otra, la filosofía subyacente en el denominado estudio y diagnóstico de la anemia, sin que el embarazo suponga por sí mismo una excepción. Aunque podrían plantearse diferentes formas de aproximación a su estudio, la forma más lógica es efectuar una serie de pruebas bioquímico-hematológicas que nos llevan al diagnóstico de la misma. Este enfoque permite, además, plantear el estudio en pasos, cada vez con una mayor complejidad hasta llegar al diagnóstico final. El tratamiento de cualquier otra anemia debe ser etiológico en todos los casos.
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