El artículo compara los relatos oníricos de Jerónimo en su carta 22 y de Agustín en conf. 3,19 e Ibíd. 8,29, para destacar que probablemente los dos sueños sucedieron el mismo año, y que ellos ayudaron a ambos Padres de la Iglesia a convertirse, desde el amor a la literatura pagana, al amor de la Sagrada Escritura, la palabra de Dios escrita.
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