Alegría A. Loyola Marco, A. Araúz Góngora, Luis F. Roa W., Juan Márquez, J. Calleja, Adolfo Leyva Rendón, Carlos Cantú Brito
En la actualidad, la anticoagulación representa una de las estrategias más importantes para la prevención primaria y secundaria de la enfermedad vascular cerebral (EVC) isquémica. El embolismo cerebral derivado de alteraciones cardiacas, es el responsable de alrededor del 20% de todos los casos de infarto cerebral (IC). Aproximadamente la mitad de los casos se deben a fibrilación auricular no valvular (FANV), 40% a enfermedad valvular cardiaca y 30% a trombo intramural. En general, los pacientes con IC y enfermedad cardiaca tienen un riesgo elevado de recurrencia, por lo que deben ser tratados con anticoagulantes para reducir este riesgo. Otras indicaciones potenciales para el uso de anticoagulantes son: el IC secundario a disección arterial, a síndrome antifosfolípidos y en los casos de trombosis venosa cerebral. Adicionalmente, se han utilizado en casos con recurrencia a pesar de dosis óptimas de antiagregantes plaquetarios.
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