Dirigida por Javier Rebollo, es una película de silencios y de miradas, la mirada de deseo y soledad de León a Lola, y la mirada de la cámara-espectador, distante en la forma pero humanamente cercana. Para conseguirlo la cámara permanece estática, el plano fijo y el encuadre es la pura manifestación de esa mirada. Entrevistamos a Santiago Racaj, director de fotografía de la película
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