La última película de Javier Fesser es una dura reflexión sobre la vida, la muerte y la religión a través de la experiencia de una niña enferma de cáncer. Buscando aportar verosimilitud a la historia sin perder su tono drmático, Alex Catalán, su director de fotografía, ha creado una imagen elaborada y contenida con la cámara de alta definición Sony F23.
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