Los avances científico-técnicos han supuesto un cambio importante en los paradigmas clínicos, pasando de la mirada y escucha clínica a la mirada y escucha "escópica" o de los aparatos (biopsia, escáner, anatomía patológica, laboratorio, radiología, etc.) que dictan la objetividad, la certeza y la mensurabilidad.
Este deslizamiento en base a la evidenca científica -lo matematizable y lo estadístico- cae en ocasiones en el cientificismo, al presuponer que la ciencia es la única forma de conocimiento válido y riguroso, sin tener en cuenta que no hay una ciencia de los valores, de lo humano, de la belleza, etc.
En Psicopatología, esta deriva del saber hacia las pruebas y la fetichización de lo científico, se intenta mimetizar, como parodia, por las escalas, cuestionarios, guías, pruebas, etc. en un afán de objetivizar y mensurar lo que en otra dimensión es subjetivo y singular, despreciando en consecuencia el rigor, la sutileza, la creatividad, la fina observación de las conductas y de lo psicopatológico, de la clínica clásica.
El saber psicopatológico se nutre, entre otros, de los dos polos señalados, del saber científico y del saber clínico, sin que el segundo quede reducido o englobado en el primero. Es preciso determinar el estatuto, métodos y campo de conocimientos de cada unos de los dos saberes, su complementariedad, su especificidad y su diferencia.
Es importante rescatar la importancia del relato, la historia, la patografía, la mirada y escucha clínica, así como lo subjetivo, singular y específico, como campo del saber propio de lo psíquico.
En definitiva, mostrar la importancia de recuperar en Psicoptalogía, las historias, el relato, la anamnesis, la biografía, la clínica del caso por caso; séase, construir una Hª Clínica.
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