Existe la opinión de que una restauración paisajística consistiría en una romántica recuperación de los escenarios primigenios de la naturaleza. Se olvida con frecuencia que nuestros paisajes están conformados por un importante patrimonio cultural consecuencia de la actividad humana sobre la naturaleza. En este artículo se describe y reflexiona sobre algunas actividades tradicionales que, sobre la base de la energía hidráulica, generaron esos paisajes: las ferrerías, los astilleros, los molinos o las salinas, necesitaron obras de aterramiento, de construcción de edificios, canales y presas o la explotación directa de minas, canteras y bosques. Todos estos elementos son hoy patrimonio cultural, testimonio de nuestra historia, y que los proyectos de restauración deberían de contemplar en sus propuestas de conservación.
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