El primer objetivo del trabajo se refiere a la domesticación del uro, indicando la posibilidad de que el hombre por selección disminuyese el tamaño de los animales al mismo tiempo que los domesticaba. Se estima que iniciándose la domesticación en el Centro Sur de la Península de Anatolia, se producirá la difusión de los bovinos en tres ondas: Una hacia el Golfo Pérsico; otra que, pasando por Egipto, se extendió por todo el Mediterráneo Sur; y otra tercera que, desde su origen, atravesó los Balcanes para llegar a Italia, Francia y Península Ibérica. Se analizan también otros aspectos de la domesticación de estos animales, como los religiosos y lúdicos y el número elevado de mamas que curiosamente presenta esta especie unípara. Se pasa a continuación a considerar los troncos originarios que configuran las razas bovinas españolas y su divergencia evolutiva, refiriéndose a la cronología de la evolución de dichos troncos, exponiendo los orígenes de dichos animales, según las opiniones de diferentes autores que ponen de manifiesto la derivación de cada variante primitiva hacia las razas actuales. El análisis de la forma de las glándulas sodoríparas y de los polimorfismos bioquímicos ayuda a comprender el origen de algunas de nuestras razas. El mapa ganadero español de la especie bovina se nos presenta diferenciado en diez regiones que se discriminan por fctores objetivos de distinta naturaleza. En cada una de ellas se describen las razas que se incluyan. La última parte de este capítulo está destinada a la consideración de aquellas razas foráneas que asimiladas juegan un papel importante en la ganadería bovina española, bien sea por su importancia numérica y económica, bien por el uso frecuente que se hace de ellas en los cruces con las razas autóctonas. Se citan como las más importantes, la Fisona, la Pardo Alpina, la Simmental, la Charolesa y la Limousina.
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