Desde sus primeras descripciones, Kanner y Asperger jerarquizaban las dificultades en la socialización como uno de los ejes centrales en las personas con trastorno del espectro autista (TEA), asociadas a retraso en el desarrollo o afectación del lenguaje e intereses restringidos. Esta deficiencia en la cognición social se ha relacionado con un déficit en la empatía. La teoría del déficit en la empatización e hipersistematización permite una explicación comprensible y coherente para entender, en parte, la génesis de estos trastornos. La empatía es un componente esencial para la experiencia emocional y la interacción social, y denota una respuesta afectiva a estados mentales directamente percibidos, imaginados o de sentimientos inferidos por otra persona. Nos permite entender, sentir y responder adecuadamente a estímulos sociales, generando una adecuada socialización. La empatía se ha considerado sinónimo del contagio emocional, mimetización, simpatía, compasión e interés empático. Si bien todos ellos son conceptos relacionados y necesarios para el desarrollo de una cognición social adecuada, no son lo mismo, aunque todos son imprescindibles para el desarrollo de la empatía o sus consecuencias. La empatía permite `sentir con´, mientras que la simpatía, la compasión y el interés empático se relacionan con el `sentir por´ o sentir lo adecuado. Estudios realizados en personas con TEA han demostrado bajo cociente de empatía. En este trabajo se analizan los aspectos propios de la empatía, sus componentes, bases neurobiológicas, manifestaciones relacionadas con su déficit y su relación con el desarrollo de los TEA.
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