Antonio Albert, Ramón F. Reboiras
Héroe o villano, seductor o descerebrado, el belga afincado en Hollywood sabe vender su cuerpo. Aunque sólo sea en pantalla. Para algunos es la quintaesencia de lo macarra; para otros, un sex symbol que seduce a puño limpio. Cuestión de gustos, incluso de perversiones.
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