El simbolismo de la luz, asociada al conocimiento y a la elevación espiritual, se encarnó en la España del siglo XVI en una supuesta nueva herejía de signo ambiguo. El llamado «alumbradismo» fue condenado y perseguido sin que nunca llegara a definirse claramente la ideología de sus pretendidos adeptos. Como espiritualista radical, Servet compartía con los alumbrados un tipo de sensibilidad religiosa centrada en el cultivo de la interioridad. El pensamiento servetiano, aunque más elaborado que el atribuido a los llamados alumbrados, coincidía también con el de éstos en un optimismo teológico sin límites. En ambos casos, la defensa de la libertad interior era la pieza clave de una religiosidad basada en el sentimiento de confianza inspirado por un Dios concebido como puro amor. Las numerosas similitudes entre Servet y los alumbrados se enmarcan en el contexto europeo de reforma religiosa generalizada, pero no se explican únicamente por ello. La biografía de Servet incita a pensar que podrían tener una razón mucho más directa, y, en muchos aspectos, reveladora.
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