En los últimos años ha habido un despertar de los padres de familia que, cada vez más numerosos y preocupados, piensan que los medios de comunicación y, sobre toda la TV, están modelando el espíritu de los hijos y orientándolos hacia conductas que son juzgadas como nocivas e indeseables. Esta preocupación debe traducirse en acciones concretas que partan de un principio básico: "El televisor es para la familia, y no la familia para el televisor".
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